Todos hemos oído alguna vez eso de “tiene la misma nariz que su madre”, “la barbilla es igual que la de su padre”, “el color de ojos es el mismo que el de su abuela”, etc, cuando hay un recién nacido de por medio. Son los familiares los que se encargan de comparar, sin ningún tipo de reparo, todos los aspectos físicos del bebé, pero cuando se trata de hacer una comparativa del aspecto interior, la cosa se torna complicada.
Según los estudios, nuestra personalidad no se desarrolla totalmente hasta que alcanzamos los 18 años que es cuando el órgano más importante de nuestro cuerpo junto al corazón, como es el cerebro, se forma en su totalidad, sin embargo y como ha demostrado otro estudio, la inteligencia sí que se puede valorar desde edades tempranas y es un factor que se debe a los genes de la madre.
Otro estudio científico ha arrojado que los genes implicados en el desarrollo de las zonas del cerebro que están relacionadas con la citada inteligencia dependen de los maternos aunque los del padre también están presentes sirviendo para otras zonas como el sistema límbico, relacionado con los instintos.
Estos genes de la inteligencia están ubicados en los cromosomas X que en las mujeres están presentes duplicados en el ADN, por lo que científicos de la Universidad de Ulm han descubierto que estas habilidades cognitivas, tales como la memoria, la concentración o la atención, están presentes en los anteriormente citados cromosomas X, por lo que esto explicaría que los hombres sufren hasta un 30% más de problemas cognitivos que las mujeres.
Otro estudio llevado a cabo en Escocia, con más de 13.000 menores entrevistados para conocer sus antecedentes familiares, su nivel de estudios, su coeficiente intelectual y el de sus padres, ha sacado a la luz que el factor más importante a la hora de predecir la inteligencia de un niños es el coeficiente intelectual de su madre.
Otro de los factores decisivos para el desarrollo de la inteligencia es el ambiente en el que uno crece como apunta un estudio de la Universidad de Minnesota que demostró que los niños que tuvieron un correcto contacto emocional con sus madres son capaces de resolver problemas con solo cuatro años, mientras que los que no tardan aproximadamente uno o dos años más. El amor es clave para desarrollar la inteligencia, si viene de la madre, mucho mejor.