El obispo de Zamora, Gregorio Martínez Sacristán, ha escrito una carta dirigida a todos los fieles católicos de la Diócesis para convocarlos a la celebración de clausura a nivel diocesano del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. En su bula de convocación de este año especial, el papa Francisco había previsto que la conclusión a nivel universal tuviera lugar el 20 de noviembre, último domingo del año litúrgico. Por eso, desde la Santa Sede se indicó que el domingo anterior se celebrara a nivel diocesano.
La celebración de clausura en la Diócesis de Zamora comenzará a las 17,30 horas del domingo 13 de noviembre en la iglesia parroquial de San Pedro y San Ildefonso de la capital, donde se iniciará una procesión hasta la Catedral, donde, según palabras del obispo diocesano, “todos los fieles celebraremos gozosos y unidos el banquete pascual del Señor en acción de gracias a Dios por habernos concedido este jubileo”.
Por ello, monseñor Martínez Sacristán invita encarecidamente a todos los católicos de la Diócesis, laicos, consagrados y sacerdotes, a participar en esta eucaristía solemne de clausura del Jubileo, cuya Puerta Santa ha sido la imagen del Cristo de las Injurias, venerada en la Catedral. Y pide “que hagáis el esfuerzo posible por participar nutridamente en esta celebración, acudiendo como familias, tal como nos estimula nuestro objetivo pastoral”.
Balance del Jubileo
En su misiva, el prelado expresa su “satisfacción grande” por los frutos de esta efeméride eclesial y “por la recepción tan favorable y la vivencia tan intensa que este Jubileo de la Misericordia ha tenido en nuestra Iglesia de Zamora”. Como ejemplos, monseñor Martínez Sacristán señala “las peregrinaciones con fieles de todas las edades provenientes de todos los arciprestazgos, de diversos grupos eclesiales y de abundantes creyentes en particular a nuestra Catedral”.
Junto a esto, el obispo subraya que “han sido una experiencia gratificante los cuidados y variados ‘signos’ de misericordia que, diseminados por toda nuestra geografía diocesana, han acercado y visibilizado el amor misericordioso de Dios a tantas personas sufrientes, necesitadas y vulnerables”. Además del esfuerzo por “ejercitar con mayor abundancia las obras de misericordia corporales y espirituales” en la vida cotidiana de las personas creyentes.